jueves, 9 de abril de 2015

HERBERTO HELDER


hijos no te son nada, son carne de tu carne los poemas
que escribiste contra todo, padres e hijos,
lugar y tiempo,
hija es aquella que desnudas de los pies a la cabeza,
perdiendo los dedos en los nudos que tiene por el pelo abajo,
y solo por el deseo que te trae de vivir o morir de ella,
deseo de ser el mismo puño de ceniza
echado a la espuma en los extremos de la tierra,
hija es la palabra cargada que arrancas a los diccionarios cuando duermen,
esa palabra te eligió y tu elegiste las roncas líneas
en las que tendrás el trabajo artesanal de la muerte:
lo que quede de todo puede ser testimonio distraído y nada más,
tú sí, vas tejiendo y viendo tejerse tu dicha por detrás,
y esa atención te ilumina los nudillos de los dedos
y el pelo todo de nudos por ella abajo,
la muerte haz de tu cuerpo un nudo que brujulea y se apaga,
y tu miras entre las cosas pequeñas
y hacia dónde miras es esa parte iluminada toda

A Morte Sem Mestre (2014)



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he leído en algún sitio que los griegos antiguos no escribían necrológicos,
cuando alguien moría preguntaban tan solo:
¿tenía pasión?
cuando alguien muere también yo quiero saber de la calidad de su pasión:
si tenía pasión por las cosas generales,
agua,
música,
por el talento de algunas palabras para moverse en el caos,
por el cuerpo salvado se sus precipicios con destino a la gloria,
pasión por la pasión,
¿la tenía?
entonces indago de mí si yo mismo tengo pasión,
si puedo morir griegamente,
¿qué pasión?
los grandes animales salvajes se extinguen en la tierra,
los grandes poemas desaparecen en las grandes lenguas que desaparecen,
hombres y mujeres pierden el aura
en la usura,
en la política,
en el comercio,
en la industria,
dedos conexos, hay dedos que se inspiran en los objetos esperando,
trémulos objetos entrando y saliendo
de los diez tan pocos dedos para tantos
objetos en el mundo
¿y qué hay así en el mundo que responda a la pregunta griega,
puede mantenerse la pasión con fruta comida aún viva,
y hacer después con sal gruesa una canción curtida por las cicatrices,
palabra soplada en qué horno con qué aliento,
que alguien preguntase: ¿tenía pasión?
apartad de mí la pimienta, el jengibre, el clavo,
poned muy alta la música y que yo baile,
fluido, interminable,
cogido por toda la luz antigua y moderna,
los ciegos, los moderados, ah no, que al menos me encontrara la pasión y que me [perdiera en ella
la pasión griega

A Faca não Corta o Fogo (2008)


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Herberto Helder, considerado uno de los mejores poetas portugueses de los últimos años, ha muerto el pasado día 23 de marzo, en Cascais, a los 84 años.
Herberto Helder nació en Madeira en 1930 en una familia de origen judaico; en 1946 se fue a Lisboa, donde terminó los estudios secundarios. Frecuentó posteriormente la carrera de Derecho en Coimbra y Filología en Lisboa, pero no terminó ninguna de las dos. Después de un breve paso por Madeira, le encontramos en 1955 en el famoso Café Gelo, escenario de tertulias literarias ligadas entonces esencialmente al surrealismo, movimiento que deja una clara huella en su poesía.
Herberto Helder fue periodista, traductor, bibliotecario, trabajó en programas de radio; en el campo de la literatura, colaboró en diversas revistas y publicó su primer libro en 1958, O Amor em Visita. A partir de ahí, fue construyendo y revisando su obra como si de un único gran poema se tratara, publicándola bajo el título de O el poema continuo.
Su ritmo poético riguroso, el planteamiento de la poesía como el puente entre el hombre y lo sagrado, un dominio extraordinario del lenguaje, rico en recursos expresivos y objeto de experimentalismo derivado de la constante insatisfacción con el poema,  le han hecho merecedor de varios premios literarios, que ha rechazado, como es el caso del prestigioso premio Pessoa, que le fue otorgado en 1994 y que el poeta declinó. Herberto Helder es también autor libros en prosa, como Los pasos entorno o Photomaton & Vox.

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filhos não te são nada, carne da tua carne são os poemas
que escreveste contra tudo, pais e filhos,
lugar e tempo,
filha é aquela que despes dos pés à cabeça,
perdendo os dedos nos nós que tem pelo cabelo abaixo,
e só pelo desejo que te traz de viver ou morrer dela,
desejo de ser o mesmo punho de cinza
deitado à espuma nos extremos da terra,
filha é a palavra carregada que arrancas aos diccionarios quando dormem,
essa palavra escolheu-te e tu escolheste as roucas linhas
onde hás-de ter o trabalho artesanal da morte:
o que de tudo reste pode ser testemunho distraído e mais nada,
tu sim vais tecendo e vendo tecer-se a tua dita atrás,
e essa atenção ilumina-te os nós dos dedos
e o cabelo todo aos nós por ela abaixo
- a morte faz do teu corpo um nó que bruxuleia e se apaga,
e tu olhas entre as coisas pequenas
e para onde olhas é essa parte alumiada toda

A Morte Sem Mestre (2014)


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li algures que os gregos antigos não escreviam necrológios,
quando alguém morria perguntavam apenas:
tinha paixão?
quando alguém morre também eu quero saber da qualidade da sua paixão:
se tinha paixão pelas coisas gerais,
água,
música,
pelo talento de algumas palavras para se moverem no caos,
pelo corpo salvo dos seus precipícios com destino à glória,
paixão pela paixão,
tinha?
e então indago de mim se eu próprio tenho paixão,
se posso morrer gregamente,
que paixão?
os grandes animais selvagens extinguem-se na terra,
os grandes poemas desaparecem nas grandes línguas que desaparecem,
homens e mulheres perdem a aura
na usura,
na política,
no comércio,
na indústria,
dedos conexos, há dedos que se inspiram nos objectos à espera,
trémulos objectos entrando e saindo
dos dez tão poucos dedos para tantos
objectos do mundo
¿e o que há assim no mundo que responda à pergunta grega,
pode manter-se a paixão com fruta comida ainda viva,
e fazer depois com sal grosso uma canção curtida pelas cicatrizes,
palavra soprada a que forno com que fôlego,
que alguém perguntasse: tinha paixão?
afastem de mim a pimenta-do-reino, o gengibre, o cravo-da-índia,
ponham muito alto a música e que eu dance,
fluido, infindável,
apanhado por toda a luz antiga e moderna,
os cegos, os temperados, ah não, que ao menos me encontrasse a paixão e eu me perdesse nela,
a paixão grega

A Faca não Corta o Fogo (2008)

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