jueves, 2 de abril de 2015

POEMAS DE AL BERTO

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Provocativo y outsider, excesivo e insatisfecho, Al Berto es una de las voces más destacadas de la poesía portuguesa moderna. Su vida y su obra fueron tan intensas como breves: Al Berto fue la imagen pública que se construyó en función de una obra y el poeta que reflejó sus vivencias más personales en sus textos.
Al Berto, seudónimo de Alberto Raposo Pidwell Tavares, nació en Coimbra en 1948 en el seno de una familia burguesa y conservadora, pero un año después sus padres se trasladaron a Sines (costa del Alentejo), ciudad que siempre sería su refugio y su hogar. En  Lisboa frecuentó una escuela de artes y más tarde la Sociedad Nacional de Bellas Artes. 
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 Con diecinueve años abandona Portugal, a donde sólo volvería después de la Revolución de los Claveles. Durante los años de ausencia, vivió en Bruselas y pasó también temporadas en ciudades como París, Barcelona o Málaga, donde entró en contacto con las capas más decadentes y marginales de la sociedad, una experiencia que, como muchas otras de su vida, quedará transformada continuamente en material poético. De vuelta a Sines, creó una comunidad que se instaló en la mansión familiar y escribió su primer libro en portugués (el francés había sido su primer idioma de creación literaria, quizás por ser su idioma cotidiano, quizás por influencia de sus modelos franceses, sobre todo de Rimbaud), habiendo ya abandonado definitivamente la pintura. Se dedicó al negocio editorial, pero este se reveló una catástrofe económica. Vuelve a Lisboa, pero Sines era la ciudad a donde siempre regresaba. 
 

La antología poética O Medo, publicada en 1991 y que reunía toda su producción literaria, le vale el Premio Pen Club de Poesía y su definitivo reconocimiento como poeta. Recibió, aún en vida, la Ordem de Santiago da Espada, uno de los más altos reconocimientos otorgados por el Presidente de la República Portuguesa. Su muerte precoz, a los cuarenta y nueve años, víctima de un cáncer, terminó de consagrar el mito de un poeta que se distinguió por una vida vivida al límite y plasmada en sus textos.

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  La obra de Al Berto, de hecho, refleja una vida, su vida; la marca del exceso en el que vivió se encuentra en cada uno de sus poemas como un hierro ardiente, (re)creando un universo marginal en el que coexisten el canto a la vida y la conciencia de la proximidad de la muerte, la realidad crudamente vivida y su elevación al campo de lo onírico, el amor más puro y la sexualidad que alguna vez alcanza tintes pornográficos, sobretodo en los primeros textos. Por ello, muchas veces ha sido considerado como un poeta marginal [...].








EL PEQUEÑO DEMIURGO


escribo barco y una quilla hiende el vastísimo mar
y los árboles crecen de los espacios de niebla
entre mirada y mirada se mueven
animales presos a la tierra con sus plumajes de hierro
y de rocío de oro cuando la luna se eclipsa
comunicándoles el celo y la nómada alegría de vivir

pienso otoño o invierno
y el fuego resinoso de los pinares se escurre sobre el rostro
sobre el cuerpo en tímidos gestos
éste es el tiempo
del capricornio reducido al escondrijo tatuado
en el ala mineral del ave en pleno vuelo y digo nubes
relámpago hierba aguas
hombre
escalofrío océanos sal exhaustos cuerpos
trashumantes pasiones digo
y surge irrumpe se escurre se yergue se mueve vive
muere
mas que nadie piense que es sencillo nombrar
colocar y desordenar el mundo

para que no se apague esta trémula escritura
necesito el sueño y la pesadilla
la proximidad vertiginosa de los espejos y
pernoctar en el fondo de mí con las manos sucias
por el arduo trabajo de construir los gestos exactos
de la alegría que por descuido dios abandonó al cansancio
al fin del séptimo día



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fueron breves y espantosas las noches de amor
y regresar de aquella intimidad le deshilachaba el cuerpo
habitado aún por titubeantes manos

estaba desnudo
sin agua y sin luz que le enseñase cómo era
o cómo podría construir la perfección

los días se fueron consumiendo color de plomo 
en la búsqueda incesante de otra amistad
que le prolongase la vida

y una vez despertó
caminó lentamente por encima de la edad
tan lejos como pudo
a donde fuera posible inventar otra infancia
que no le dañara el corazón



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O PEQUENO DEMIURGO


escrevo barco e uma quilha fende o vastíssimo mar
e as árvores crescem dos espaços enevoados
entre olhar e olhar movem-se
animais presos à terra com suas plumagens de ferro
e de orvalho de ouro quando a lua se eclipsa
comunicando-lhes o cio e a nómada alegria de viver

penso outono ou inverno
e o lume resinoso dos pinhais escorre sobre o rosto
sobre o corpo em tímidos gestos
eis o tempo
do capricórnio reduzido ao esconderijo tatuado
na asa mineral da ave em pleno voo e digo nuvens
relâmpago erva águas
homem
movimento do susto oceanos sal exaustos corpos
transumantes paixões digo
e surge irrompe escorre ergue-se move-se vive
morre
mas não julguem ser trabalho simples nomear
arrumar e desordenar o mundo

para que não se apague esta trémula escrita
preciso do sonho e do pesadelo
da proximidade vertiginosa dos espelhos e
de pernoitar no fundo de mim com as mãos sujas
pelo árduo trabalho de construir os gestos exactos
da alegria que por descuido deus abandonou ao cansaço
no fim do sétimo dia


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foram breves e medonhas as noites de amor
e regressar do âmago delas esfiapava-lhe o corpo
habitado ainda por flutuantes mãos

estava nu
sem água e sem luz que lhe mostrasse como era
ou como poderia construir a perfeição

os dias foram-se sumindo cor de chumbo
na procura incessante doutra amizade
que lhe prolongasse a vida

e uma vez acordou
caminhou lentamente por cima da idade
tão longe quanto pôde
onde era possível inventar outra infância
que não lhe ferisse o coração


 




Fuente: Al Berto, El miedo (Poemas escogidos, 1976-1997), selección, traducción y prólogo de Cidália Alves dos Santos y Javier García Rodríguez, Valencia, Pre-textos, 2007, pp. 11-12, 88-91, 236-237.

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